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Bueno... yo escribí eso-Karla Cruz

Ayer por la tarde me senté en el patio de mi casa y me puse a pensar, como casi nunca hago, que genial sería si pudiera volar…vería el mundo desde otra perspectiva y me sentiría ¡Libre!...Pero ¡Oh!¡No!¡Esto no está pasando!...

 ...

 

Creíais que había volado no es cierto, bueno…la verdad es que había olvidado que tenía tarea de literatura, lamento desilusionarlos pero la vida no es  nunca como uno quiere, y lo que yo quiero ahora es poder deshacerme de esas lagunas mentales que no me dejan concentrarme, como sea… tenía que escribir un cuento corto en la tarea de lite y ¿saben que escribí?, bueno allí está…

El príncipe del hechizo indestructible

-Lilian Samayoa

Había una vez en la isla de Amorome un rey tan feliz de gobernar un lugar lleno de amor, pero a la vez tan triste porque su hermosa esposa dio a luz a su hijo, el cual había nacido con la maldición de la amargura del mundo; el príncipe fue creciendo y con él fue incrementando la desgracia en el reino, convirtiéndose en la isla de Amargato.

El príncipe cumplió veinte años y su padre murió debido a la desesperación de la inútil búsqueda de la solución a la maldición, tiempo después un excelente adivino de la isla de la sabiduría visitó el reino para lo que el sabio se enamora de la viuda reina, entonces como tributo de su amor prometió encontrar la solución a la posible maldición; después de numerosas investigaciones el sabio descubrió que la búsqueda de un antídoto a la maldición era un acto inútil ya que el príncipe había sido hechizado por la bruja de las tinieblas, en aquel momento inicia una nueva búsqueda del contra-hechizo.

El sabio frustrado por la falta de información debido a la muerte de la bruja se deprime y muere luego de un tiempo; el príncipe muy triste y desgraciado decide suicidarse para lo que viaja a la orilla de la isla en donde encuentra en una barca accidentada a una hermosa chica casi al borde de la muerte, él la quiso ayudar y cuando la toca toda la isla se tornó de colores rosa y rojos provocando el enamoramiento del príncipe, la hermosa chica acepta todas las atenciones del príncipe y después de dos meses contraen matrimonio; pero la reina insatisfecha sospechaba que su suplente escondía algo y decide investigarla, hasta que la vieja reina en su pena de muerte le pide a la chica le confiese su mayor secreto, para lo que la joven le cuenta que es hija de la bruja de las tinieblas y que su madre antes de morir la había atado a una barca y enviado al vacío del océano con el fin de que el príncipe hechizado nunca la encontrara, así mismo la joven desdichada hija de la bruja malvada le jura  a la reina en agonía hacer feliz a su hijo, además de amarlo y respetarlo. La madre y vieja reina muere provocándole gran dolor a su hijo, pero a causa de la promesa de su esposa el príncipe, ahora nuevo rey, vivió feliz ignorante de la verdadera historia de su esposa; el reino volvió a su normalidad y todos vivieron felices.

Moraleja: No hay obstáculo para el amor, todas la personas tenemos derecho a enamorarnos, sin importar las circunstancias, tarde o temprano llegara este hermoso sentimiento; así que siempre lucha por lo que sientes y nunca te des por vencido, mucho menos pienses en el suicidio, valora tu vida y amate para poder amar.

HOY

En otra de mis lagunas mentales, mientras veía la película “En busca de la Felicidad” pensé en el mendigo desdichado que creía que tenía una máquina del tiempo y cree mi versión, por supuesto.

El mendigo en busca de la felicidad

-Karla Cruz

Era otro como tantos de esos días en la calle, le ardía el estómago pues no había comido nada el día de ayer, había algo que hacía ruido dentro de él pero sentía que era impropio. Esta es la historia de final feliz de Nicolás, un hombre solo abandonado por la familia que amaba.

Casualmente ese día iba un señor por la calle con cara de atormentado y llevaba una maquina en la mano, era grande, parecía una máquina de coser, pero no lo era, era… ¡una máquina del tiempo!, no lo podía creer, tenía que conseguirla. Nicolás corrió hacia el hombre y le arrebato la máquina de la mano, el hombre se quedó petrificado en la parada de bus. Nicolás aceleró con las pocas energías que le quedaban de su última comida, unas rosquillas sacadas de la basura, y llegó a su escondite, un garaje de una casa diminuta abandonada desde hacía décadas.

Nicolás tanteo la maquina hasta encontrar un interruptor, la encendió y no pasó nada, siguió buscando, había dos pequeños botones a los lados de la tapa, los presionó y pudo quitarla. Vio una luz resplandeciente que lo cegó por un momento. Entornó los ojos para poder ver y la habitación se iluminó por completo, se acercó a una pared y sintió que podía tocar el sol. ¡Es tan bello!-pensó. Pero de pronto la luz volvió a encerrarse en la pequeña bombilla de la máquina, entonces Nicolás recordó un día en el campamento de verano con su amigo Quique, de quién no sabía nada, salvo que era dentista en un barrio pobre de Orlanhattan.

Cerró los ojos por la emotividad del recuerdo, un segundo, dos, tres, cuatro y cinco. Los abrió lentamente y vio una noche estrellada, una fogata y en sus manos una rama de árbol con un malvavisco en la punta, estaba sentado en un tronco y a unos metros estaba su amigo Quique, que estaba acomodando unos trozos de madera en la fogata. Era un niño. Nicolás no podía creer lo que veía, parpadeó varias veces hasta asimilar lo que sucedía. Luego se dirigió hacia Quique involuntariamente.

-¿A dónde iremos mañana? Me gustaría ir a ver las cataratas.

-Posiblemente- le respondió Quique

-El bosque me da miedo, no me quiero quedarme aquí, ¿no has escuchado ruidos extraños por las noches?

-Tranquilo-dijo Quique sonriendo-Pie grande no te comerá mientras yo esté contigo.

Ese momento…ese recuerdo era muy bello, una de las pocas veces que había sido feliz, que había tenido a alguien a su lado apoyándolo. Cerró los ojos y ahora pensó en su primer y último día de escuela. Cuando abrió los ojos allí estaba su maestra. Él sostenía con fuerza un peluche de oso y sintió el miedo de ese niño, que era él en realidad, que no quería entrar a clase.

-¿Cómo se llama?-le dijo la maestra.

-Carlos

-Tiene cara de Carlos. Oye creo que él está algo asustado, le mostrarías que hacer.

Sintió un valor que no había experimentado antes de ese día y entró a la clase sin derramar una lágrima a diferencia de los demás niños.

La máquina del tiempo servía, sí, pero con esos dos recuerdos sobre su vida, su mente ya se había saturado, decidió viajar más allá en el tiempo y fue a Paris en la década de los 70, siempre había querido ir allí y era hermoso, más de lo que había pensado. Convencido de que había que hacerlo un poco más interesante intentó imaginar cómo había sido la era de los dinosaurios, y lo logró.

Era un lugar tan sublime que parecía un vergel. Un lago de aguas vivas y cristalinas, unas montañas que se alzaban hasta que su cúspide parecía rozar las nubes de los cielos, quienes a su vez se extendían como seda blanca y fina en ese color azul. Y los arboles de muchos clases, en la orilla del lago había palmeras y más allá se extendía un bosque, cuyo tipo de árboles no logró descifrar. De pronto pasó un ave sacándolo de su aturdimiento y vio en el agua un dinosaurio que paseaba pacíficamente frente a él, su cuello era tan largo que podía extenderse a unos 10 metros sobre él.

Resolvió ir a explorar y encontró muchas otras clases de dinosaurios, de pequeños a grandes. Algunos le dieron miedo, por suerte la máquina del tiempo solo le permitía observar y no intervenir en los sucesos, por eso los dinosaurios no lo podían ver, aunque algunos sentían su presencia. Descubrió 2 nuevos tipos de dinosaurios de los cuales nunca se había oído, pero eso él no lo sabía y concluyó que era suficiente por el día.

Y así sucedieron los días durante dos semanas, viajo a diferentes épocas y vio muchas civilizaciones y sus extraños rituales y así volvía a ese mundo y visitaba diferente épocas y era feliz.

Un día quiso mostrarle la máquina a un amigo que había conocido en un albergue, así que se la llevó al parque donde este se mantenía. Pero cuando llegó él no estaba. Se sentó, frustrado, en medio de la grama con su máquina.

Venía acercándose un hombre, pero Nicolás estaba tan aturdido que no pudo reaccionar, sin más dilación el hombre le quitó la máquina y se fue corriendo. Era el hombre a quien él se la había robado al principio. Nicolás solo atinó a decir:-Oye... ¡Devuélveme mi máquina del tiempo!

Y se dio por vencido, se volvió a sentar con una mueca de disgusto y se quedó allí hasta tarde. Casi entrada la noche empezó a llover, Nicolás buscó refugio, pero la tormenta era muy fuerte. Hacía mucho frío y estaba temblando. Finalmente se sentó en una acera y cerró los ojos con fuerza, contó torpemente hasta 50, intentando recordar los números, pero esta vez no abrió los ojos, entró en su mundo de fantasía flotó por la historia de los hombres y decidió que prefería aquello a estar en las calles todos los días sintiéndose fracasado, se resolvió a no volver a salir y nunca más lo hizo. Y fue feliz.

FIN o NO

© 2016 por Keila Alegría, Gustavo Contreras, Karla Cruz, Josué Maldonado, y Lilian Samayoa creado con  Wix.com

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